Hola de nuevo!!!!
Después de algún tiempo desconectado aquí estoy de nuevo.
Esta vez os traigo una receta de migas que se hacía en mi casa de toda la vida. Me ha costado trabajo recuperarla, pero preguntando, recordando e inventando allá donde no llega el recuerdo, he conseguido un resultado muy aproximado.
Este era el desayuno de los domingos, se ponía el bol de migas en medio de la mesa y cada uno de nosotros íbamos cogiendo migas con la cucharilla, sumergíamos la cucharilla en el café un poquito -lo justo para empapar las migas- y hala, a la boca!!!
INGREDIENTES:
Pan del día anterior (calculad aproximadamente una pieza y media para cada dos personas)
Ajo
Agua
Sal y aceite
PREPARACIÓN:
Lo primero comienza el sábado por la noche. Partimos el pan en cuadraditos con corteza y todo y lo ponemos en un bol. Mezclamos con sal y espolvoreamos con agua para humedecerlo (no nos sirve ponerlo debajo del grifo porque se empaparía, el sistema mejor es con la mano ir echando agua por encima y removiendo las migas). Una vez que estén humedecidas tapamos el bol con un trapo o con film transparente y dejamos reposar toda la noche.
A la mañana siguiente picamos unos dientes de ajo.
Ponemos muy poquito aceite en una sartén y freímos unos pocos de ajos picados (como vamos a tener que hacer varias tandas de migas, lo mejor es ir friendo los ajos poquito a poco, según los vayamos necesitando).
Añadimos un buen puñado de migas -las justas para tapar el fondo de la sartén, pero sin pasarnos para que se frían sin cocerse. El fuego tiene que estar medio-alto para que se vayan secando las migas y dorándose a la vez.
Segimos dando vueltas hasta conseguir unas migas bien doraditas y crujientes. Y, como se hacía en casa, las servimos con un cafelito y la cucharilla para ir mojando las migas en el café.
Un primer plano:
Una cosa que acabo de recordar. Como tenemos que hacer las migas durante mucho tiempo, el ajo se suele quemar. A mí me gusta así, ya que le da un contraste de sabores muy rico a las migas, pero si no os gusta podeis añadir el ajo entero para poder quitarlo cuando haya soltado el sabor.
¡Qué recuerdos!